Llueve

Llueve, y cuando llueve nos mojamos... sigue lloviendo, y nos seguimos mojando... Cuando el cielo decide revolverse, cuando parece que alguien superior decide agitar las nubes para descargar no sé qué iras, cuando se alían truenos estridentes con rayos intimidantes, cuando una cortina de nebulosa se afana en ocultar al Astro Rey, cuando comienza a caer líquido elemento procedente de Dios sabe donde... es cuando las flores comienzan a brillar, cuando la tierra escapa de su aridez, cuando el aire urbanita se descarga de polución, cuando el olor a polvo húmedo se convierte en protagonista, cuando los caracoles despiertan de su letargo, cuando el frescor comienza a reinar... Ese es justo el momento en el que en algún lugar, sin que nadie pueda evitarlo, un tendal interrumpe su proceso de secado para ver como la ropa tendida en él se empapa de ese otro agua llegado del más allá que le confiere ese tacto acartonado, pero mágico...