Cosas de amigas

Elena llamó a sus tres amigas y les pidió que el viernes llevaran a la cena una fotografía que significará algo para ellas. Una vez sentadas a la mesa, Clara sacó la suya, impaciente por enseñar a sus amigas tan bonita estampa familiar. Eran las bodas de oro de sus padres y aparecían rodeados de su numerosa familia. Su elección era tan previsible como ella. Chus, les mostró una postal de la Gran Vía de Madrid. Me gusta, dijo. Estaba claro que había olvidado el encargo de Elena y la había comprado en un kiosco camino del restaurante. También podía haber traído una de dos gatitos con lazo y fondo rosa, el motivo hubiera sido el mismo. Inés, dejó sobre la mesa la imagen de un tendal, era su tendal, con la ropa en gris, la fachada gris y al fondo, el cielo gris. Así me siento, afirmó. Yo he traído tres, dijo Elena.¿Son tu pasado, tu presente y tu futuro?, preguntó Chus un poco harta del juego. No, es el vuestro, contestó, y le dio un sobre a cada una. He estado siguiendo a vuestros maridos y ahí tenéis el resultado: Clara, nunca has sido capaz de sorprenderle. Emoción cero, reinvéntate y disfruta de ello. Chus, nunca te has preocupado demasiado de él. Cero interés, quizás alguien ha querido escucharle. Inés, no has puesto ni una pizca de color a su vida, está claro que fuera ha encontrado una paleta repleta. Pasión cero, deberías colorearte de gusto. No temáis, yo también tengo un sobre para mi. ¿Y a ti porqué?, preguntaron al unísono. Lo mío está claro: por ser capaz de llegar a ser tan cabrona... No tengo corazón... ¿Lo han decidido ya las señoras?, preguntó el camarero, acercándose a la mesa...